De rebajas y mercadillos

He de reconocerlo, me gustan los mercadillos. Ponerte a caminar por una calle, llena de “tenderetes”, donde no se paran de oir ofertas y en la que los toldos no dejan pasar la luz del sol, es algo que tiene un encanto especial. Además, en verano, esos pequeños puestos ambulantes son más numerosos que en cualquier época del año y siempre hay que echarles un vistacito por si interesa algo. Te adentras por ese pasillo que parece que no tiene fin y miras a un lado y a otro mientras escuchas a los vendedores gritando a los cuatro vientos las ofertas especiales del día, ¡¡ todo rebajado !!, ¡¡ Bueno, bonito y barato !!.Hay zocos de todo tipo, algunos no exentos de calidad, y la oferta del producto es muy variada. Incluso, algo que me gustaba de pequeño, puedes cambiar cromos y cosas varias y lo mismo te encuentras al frutero que al que vende “lencería fina”.

También cabe la posibilidad, sobre todo en las inminentes rebajas estivales, de ir a esas famosas cadenas de tiendas que tienen todo a buen precio y que últimamente se reproducen por nuestras ciudades como las setas en otoño. Buscas y rebuscas entre los montones de prendas intentando encontrar ese “chollo”, del que luego presumirás delante de tus amigos por lo económico del precio y por la rentabilidad que le has sacado. Los ricos lo tienen mas fácil, piden el producto por catálogo o van directamente a la boutique de moda para ir a la última. Ellos pasan con su flamante adquisición por delante de ti y te ponen los dientes largos. Tu miras la cartera y las compras que acabas de hacer y te das cuenta de que, a pesar de todo, eres feliz porque te queda mejor la ropa que al ricachón y que, en algunos casos, lo caro no siempre es lo mejor. Además, no siempre pero si a veces, algunas de esas “fantásticas” adquisiciones tienen algún fallo y acaban por devolverse o quedan en un armario, olvidadas por los tiempos de los tiempos. Total que el “millonetis” de turno, se ha gastado una pasta para tener la última camisa y no se la ha puesto o le queda fatal.

Tu también puedes darte un capricho de vez en cuando, pero tal y como está ahora la economía tienes que dejar un dinerito para el “regalito especial” y otro para el día a día.

Pero, siempre hay un pero, cuando haces compras opina todo el mundo y en eso también hay variedad. Está el amigo “cenizo”, al que siempre le parece poco o de mala calidad lo que te has comprado y que te dice que por un poco de dinero más podrías haber cogido algo mas bonito. Luego está el “positivo”, al que le gusta todo lo que has adquirido y que no para de repetirte lo bien que te sienta. Por último, el “ahorrador” piensa que has tirado el dinero y que lo podías haber invertido en otras cosas o en otro tipo de productos.

A pesar de todas estas opiniones, tú te sientes bien con tus compras y les sacas una rentabilidad como si fueras el mejor broker de Wall Street y un día, por casualidad, te cruzas con ese ricachón que llevaba esa camisa tan maravillosa y tan a la última. Sí, aquel que presumía orgulloso de lo cara y fashion que era su prenda, está hablando con un amigo y te acercas sigilosamente a escuchar lo que dicen.

- Ricachón : El otro día me compre esta camisa en la mejor tienda de la ciudad y me pica por todos los lados y ya no me la puedo ni poner. Pura seda me dijeron, creo que me han dado gato por liebre.

- Amigo : ¿y que vas a hacer?

- Ricachón : Sufriré en silencio y, en cuanto pueda, la tiraré a la basura o la meteré en un cajón y la cambiaré por otra, pero lo que tengo claro es que este año no me la volveré a poner más.

- Amigo : Yo tengo una que tampoco me gusta y encima no me queda bien. Me la compré por lo mismo, porque era la última moda y como no había de mi talla cogí la primera que me quedaba más o menos cómoda. Eso sí, yo también sufro en silencio porque me queda tan justa que hay veces que no puedo ni respirar. La cuestión es que la tuya no me disgusta, ya se…¡¡ te la cambio por la mía y te doy la diferencia !!

- Ricachón : Uhmmmm, esta bien, déjame que me lo piense. Esta tarde pásate por el chalet y lo hablamos.

En tu cara se dibuja una sonrisa malévola y te vas a tu casa pensando que al final el que has triunfado has sido tú. Te has puesto la camisa todas las veces que te ha dado la gana y a pesar de los lavados mantiene el color, que no es poco. Todo el mundo te dice lo guapo que estás cuando la llevas puesta y al final del año has ligado bastante más que el acaudalado personaje, que ahora se arrepiente de su última y “maravillosa” adquisición. El rico se agenciará otra, pero dicen que la necesidad agudiza el ingenio y que muchas veces tener “buen ojo” a la hora de comprar, saber sacarle lo máximo y la relación calidad-precio es lo más importante.

Moraleja

Ya se que, después de haber leído esta pequeña historia, es muy probable que pienses que me he vuelto loco y que le voy a cambiar el nombre al blog por el de “Tu Rincón de las Rebajas”. No, ni me he vuelto loco ni voy a cambiar el nombre de este pequeño rincón del basket, porque si te fijas bien y dejas volar tu imaginación verás que de lo único que he hablado hasta ahora es de baloncesto puro y duro. Las conclusiones, las reflexiones, el elegir quién es el rico o quién es el que tiene la economía más ajustada y, sobre todo, el saber que tipo de amigo eres, te lo dejo a ti. Opinar siempre se puede opinar y eso es lo bonito y lo que mantiene vivo este deporte durante estas fechas en las que no hay competición, pero comparar tu producto con el del millonario te puede llevar a la decepción y la desilusión y eso, por lo menos para mí, no es lo mejor. Nunca sabes que camisa o pantalón te puede dar mejor resultado o te sienta mejor hasta que no te lo pones y sales a la calle.